viernes, 16 de septiembre de 2016

LECTURAS DEL VIERNES 16 DE SEPTIEMBRE DEL AÑO 2016.

PRIMERA LECTURA. 1 Corintios 15,12-20.

12Ahora, si de Cristo se proclama que resucitó de la muerte, ¿cómo decís algunos que no hay resurrección de muertos? 13Si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo ha resucitado, 14y si Cristo no ha resucitado, entonces nuestra predicación no tiene contenido ni vuestra fe tampoco.
             15Además, como testigos de Dios, resultamos unos embusteros, porque en nuestro testimonio le atribuimos falsamente haber resucitado al Mesías, cosa que no ha hecho si realmente los muertos no resucitan. 16Porque si los muertos no resucitan, tampoco ha resucitado el Mesías, 17y si el Mesías no ha resucitado, vuestra fe es ilusoria y seguís con vuestros pecados. 18Y, por supuesto, también los cristianos difuntos han perecido.
            19Si la esperanza que tenemos en el Mesías es sólo para esta vida, somos los más desgraciados de los hombres. 20Pero de hecho el Mesías ha resucitado de la muerte, como primer fruto de los que duermen, 

Explicación.

  Jesús Mesías es la cabeza del cuerpo; su resurrección es la garantía de la de todos los que le han dado su adhesión. Sino hay esa fe en la conexión indestructible entre Jesús y los suyos, el mensaje propuesto no tiene sentido, ni lo tiene tampoco dar adhesión a Jesús como Mesías/Salvador. La conexión es tan fuerte que quien piense que los muertos no resucitan tiene que negar, para ser coherente, la resurrección de Jesús (12-14).

               Ahora bien, la resurrección fue el refrendo dado por Dios a la obra de Jesús; si este refrendo divino no ha existido, todo lo que se ha dicho es falso y no hay esperanza para los muertos (15-18).

              Si la salvación se limitara a esta vida, y todo terminase con la muerte, no compensaría tanto esfuerzo y tanta penalidad (cf. 4,10-13) (19). Reafirma Pablo la resurrecciónd el Mesías/Salvador, que así puede salvar también de la muerte (20).  


SALMO. 17,1.6-8.15

1 Escucha, Señor, mi causa,
atiende a mi clamor,
presta oído a mi súplica;
que en mis labios no hay engaño.

6 Yo tellamo porque me respondes,
inclina tu oído y escucha mi palabra.
7 Haz prodigios de lealtad,
tú que salvas de los levantiscos
a quienes se refugian a tu diestra.
8 Guárdame como a la niña de los ojos,
a la sombra de tus alas escóndeme

15 Y yo por mi inocencia, veré tu rostro,
al despertar me saciaré de tu semblante.


Explicación.

17,1 "No hay engaño": aunque defensor y testigo de sí, merece fe.

17,6 Es clásica la correlación "llamar - responder"

17,7 "Levantiscos"; la forma hebrea es única, formada de la raiz qwm = levantarse; ¿contra Dios o contra la autoridad humana? Más bien lo segundo, porque Dios es invocado como instancia superior.

17,8 "Como a la niña de los ojos" se lee aquí, en Dt 32,10 y Eclo 17,22. De lo judicial se salta a lo personal. Para el israelita el ojo es órgano del ver, sede del apreciar, y ver la luz es símbolo de vivir. "La sombra de las alas" es corriente: Sal 36,8; 57,2; 63,8 etc.

17,15 En cuanto a él, tiene otra "saciedad", que es "contemplar el rostro" de Dios, en un extraño banquete matutino. Una experiencia espiritual inefable recurre a símbolos de relaciones humanas.

TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.

Los comentaristas antiguos dicen: voz de Jesucristo en la pasión, de la Iglesia en la persecución. Y el verso final lo aplican a la resurrección.  

EVANGELIO. Lucas 8,1-3.

1 A continuación fue también él caminando de pueblo en pueblo y de aldea en aldea, proclamando la buena noticia del reinado de Dios. Lo acompañaban los Doce
2 y algunas mujeres, curadas de malos espíritus y enfermedades: María, la llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios;
3 Juana, la mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que les ayudaban con sus bienes.


EXPLICACIÓN.

A`. Los dos grupos que acompañan a Jesús en la misión. 1-3. Continúa la actividad: difusión del mensaje hasta en las aldeas; también el: Jesús recorre la tierra como recorrió Abrahán la que Dios le prometía (Gn 13,17). Dos grupos: a) los Doce, discípulos procedentes del Israel institucional; b) las mujeres, que continúan la figura de la pecadora (7,36-50), como los recaudadores y descreídos continuaban la de Leví (5,27-29). Representan, pues, a los excluidos de la institución judía que siguen a jesús. Curadas de malos espíritus y enfermedades (2), modos de indicar la condición de "pecador" (cf. 5,31s) y su total liberación.

Se citan los nombres de tres mujeres, como al principio se citaron los de tres discípulos (5,8-10). Ellas son primicias del nuevo grupo de seguidores. No solamente están con Jesús, como los Doce, sino que, en señal de agradecimiento (nuevo paralelo con la pecadora, 7,47), comparten con el grupo lo que poseen (3); el servicio es señal del verdadero seguimiento (cf. 5,39). Juana, nombre judío, casada con un no judío (caso de impureza que excluía de Israel).

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